Rezando a los Dioses (libre)

Esa mañana había tenido una pesadilla. En él me encontraba en el linde del bosque de Neru viendo como se incendiaba esta a manos de los Arms mientras estos se reían a pleno pulmón. Y allí estaba yo sin poder moverme, atrapada en una jaula y obligada a ver morir un cacho de la naturaleza, un cacho de nuestro dioses. A lo lejos se podía oír sus llantos por la pérdida. Grité, luché contra los barrotes (ya sea en mi forma humana o tigre blanca) e insulté como una camionera, pero todo fue en vano. Estaba condenada a ver como se reducía en cenizas el bosque. Cuando me desperté estaba sudorosa y con el fantasma del miedo en mi interior, ¿y si había sido un mensaje divino?

Y aquí me encontraba ahora, en medio del bosque de Neru. No había ni fuego ni malvados Arms. Solo había sido un sueño. Más tranquilamente me dirigí al árbol más grande y más viejo del bosque. Me arrodillé frente a él mientras cerraba los ojos para rezar a mis dioses.

- Divinos y obmipotentes Dioses, no soy más que una humilde sierva vuestra que se postra ante vosotros para juraros que protegeré vuestra tierra mientras quede aliento en mi interior. Así como hago esta promesa también he venido a pediros castigo para aquellos que solo desean destruir vuestra obra como siempre lo hago, con la esperanza que hoy sea el gran día. Amén - me santigué mientras depositaba una ofrenda entre las raices del árbol para los Dioses.

Ese día me apetecía dar un paseo y nada mejor que los bosques de NEru para tal actividad, me gustaba el aire libre y poder conectarme con la naturaleza de aquel modo. Así que provechando que tenía un tiempo libre, había decidido darme una escapada a donde todo parecía menos extraño para mí.

Sonreí un poco al divisar a una cara "amiga" dentro del lugar. La verdad es que esto del juego estaba causándome unos problemas sentimentales de tamaño monumental. Me sentía fuera de lugar, no había nadie a mi lado con quien hablar por las noches o una madre que me dijera lo mucho que me quería.

Por ello el ver a Tigrena hizo que sonriera, pese a mi nostalgia. Ella me quería como yo era y aunque me había costado ganarme su confianza, lo había logrado y eso me había ganado una de las mejores amigas que podía desear aquí dentro.

- Hola linda, espero no interrumpir nada importante - me aproximé a ella con una sonrisa y la abracé. Y al hacerlo no pude evitar derramar unas cuantas lágrimas - me da gusto encontrarte

Estaba más que ensimismada en mis cánticos y rezos a los Dioses, es por eso que me pillaron con la guardia baja. Di un respingo por la sorpresa levantándome de mi postura sumisa que empleaba ante los Dioses, y unicamente con ellos pues yo no me postraba ante nadie que no fueran ellos, para coger una postura defensiba. Estaba dispuesta a entablar un combate. A mi mente vinieron las imagenes del sueño que había tenido aquella noche, ¿y si realmente había sido un mensaje divino y la que había aparecido era un Arm con intenciones pirómanas?

Mi postura tensa se relajó al instante de percatarme de quien era la que había aparecido por arte de magia tras de mi interrumpiendo mis rezos. Era Lyra, una de las poquísimas personas que eran dignos de mi confianza. Hacía mucho tiempo que me había demostrado que jamás se atrevería ni le pasaría por la mente el traicionarme. No estaba en su naturaleza y por eso la quería.

Le mostré mi mejor sonrisa mientras cambiaba mi postura a uno más relajado.

- El sentimiento es mutuo, yo también me alegro de verte aquí. Y tranquila, no interrumpes nada, ya lo había terminado. Además, dudo que a los Dioses les hubiese importado si es un persona tan pura como tú la que la ocasiona. - le guiñé un ojo - Y dime ¿qué te trae por estos parajes? No me digas que por fin te he pegado mi deboción y has venido a unirte a mi en los rezos - le dije con una sonrisa, siempre solía decirme que era mi deboción era pegajosa.

Me sentía bastante tranquila estando en aquel lugar y un poco de tranquilidad ahor no me vendría mal, no me gustaba sentir que no era importante, que no hubiera alguien que se preocupara por mí, porque esos sentimientos me mataban, no me sentía de ninguna manera perteneciente al lugar en donde estaba y ese sentimiento de no pertenencia me ponía muy deprimida.

Sin embargo sonreí un poco al oír a Tigrena, yo respetaba demasiado sus creencias y su fe, con ellos ella se sentía bien y yo no podía de ningún modo intentar alejarla de ella. Era su sostén y yo entendía por qué le era tan importante.

- Lo lamento cariño, respeto tus creencias, pero creo que prefiero estar en paz con los dioses de otra manera - dije intentando sonreír un poco más mientras secaba mis mejillas. Si estaba tan ocupada podía volver luego - si quieres, puedo esperar a que termines con tus rezos.

MIs problemas eran de una índole que ella no entendería, así que lo mejor era dejar las cosas por la paz y así no inquietarla demasiado, de culquier modo, ella no podría ayudrme a solucionarlos o a sentirme menos preocupada por ellos. Cad vez me dba cuenta de que hbía sido un terrible error entrar al juego. Pero mi hermano valía la pena, sólo esperaba poder encontrarlo a tiempo.

Mucha gente no entendía el porqué de que alguien como yo, alguien solitaria y desconfiada como yo fuera tan devota en un mundo donde la gente ha empezado a olvidar poco a poco a los Dioses. No entienden que es por esa misma naturaleza desconfiada y solitaria por la que me aferro con tanta fuerza a ellos. En mi vida había conocido todo tipo de pérdidas, avandonos y traiciones, tantos que mi corazón no podía aguantar ni uno más. Por eso soy tan creyente, pues en mi interior se que ellos velan por mi seguridad, que nunca me darán la espalda ni me traicionaran. Ellos me crearon, me amaron y me cuidaron, y estaba inmensamente agradecida por ello. Mi gratitud era tan grande como mi devoción.

Lyra era una de las únicas personas que no se reían de mi cuando les contaba de mis razones. Era un verdadera amiga y a los dioses les agradecía que la hubieran puesto en mi camino. Ahora sonrio al recordar mis recelos iniciales. Que tonta había sido...

- No perderé la esperanza por ahora, los dioses tienen una forma interesante para volver creyente devoto a la gente. Y vuelvo a repetirte, chica del agua, tú jamás me molestaras - le aseguré con una sonrisa hasta que vi que estaba secándose las mejillas, la sonrisa fue sustituida por preocupación - ¿Es una de tus prácticas de Morey o has estado llorando? Si es la segunda opción y ha sido causada por alguien quiero el nombre y el lugar que vive. Nadie hace llorar a mis amigos sin pagar por ello - puede que fuera devota, pero ello no quitaba que fuera letal y ella lo sabía, como también sabía que haría cualquier cosa con tal de protegerla.

Cuando conocí a Tigrena, me había costado muchísimo trabajo demostrarle que yo era una persona de fiar, que nunca traicionaría su confianza de ningún modo. Y gracias al trabajo continuo de demostrarle aquello y que además no la juzgaba por sus creencias o sus rituales, me había ganado una amiga que sabía que sería para siempre...o al menos hasta que pudiera encontrar a mi hermano y después poder sacarnos a ambos de aquí.

Ella me preguntó si lo que hacía era una práctica mía y no pude evitar soltar una débil risita, ojalá fuera eso, sin duda podría hacer llorar a las personas sólo porque sí. PEro después de soltar la risita negué con la cabeza. No había nombres, no era culpa de nadie que estuviera así. Yo solita me había metido en problemas enormes que ni siquiera buscaba. No quería entrar al juego, yo tenía una vida envidiable en la realidad, había venido a buscar a mi hermano, sólo eso...y ahora estaba involucrada en una guerra comercial que bien podía destruir mi vida aquí...y mi vida real.

Abracé a Tigrena y dejé correr unas lágrimas más. Sabía que, de estar en su mano, me ayudaría, pero no podía decirle nada, por más que lo deseara.

- NO es culpa de nadie, es sólo que me he metido en más problemas de los que puedo solucionar...y no puedo salir de ellos, Tigrena - le respondí sin comprometerme a nada.

off: lamento la tardanza, pero no encontraba dónde estaba el post ^^

En un primer momento me quedé como petrificada con los brazos en cada lado de mi cuerpo. No es que no confiara en ella después de que me lo hubiera demostrado con creces en el pasado. No, no era eso. Y es que no estaba acostumbrada a que la gente me tocara ni de aquel ni de otra forma. La gente no solía tocarme y punto. Por eso, cuando Lyra me abrazó, por una milésima de segundo me quedé bloqueada, sin saber lo que debía hacer. Al final de devolví el abrazo e hice que mi cuerpo se relajara. No era más que un abrazo.

- Todo tiene una solución aunque no puedas verlo en estos momentos, te lo aseguro - le contesté mientras le acariciaba la espalada para que se tranquilizara. ¿Era esto lo que hacía los demás en estas situaciones, no? - Yo, si quieres puedo ayudarte a salir en lo que sea que te hayas metido. Ya sabes que no me importa. Al fin y al cabo los Dioses me protegen .- sonreí.

Sentí como una pequeña y solitaria lagrima de Lyra llegaba a uno de mis hombros desnudos. Fue entonces, cuando las imagenes me invadieron, imgenes de una mujer que me solía susurrar esas mismas cosas a la oreja, esa misma mujer riendose junto a mi o abrazándome, los dos de la mano en un lugar rodeado de animales enjaulados y, por último, el cuerpo sin vida de la mujer... ¿Quien era esa mujer? ¿Por qué sentía que era de vital importancia para mí? Intenté alejar esos pensamientos. No era momento para bloquearme, era momento para ayudar ya habría tiempo para ello después, me dije. La abracé con más fuerza.

Durante unos segundos, Tigrena no correspondió a mi abrazo y yo pensé que quizás no debí de haber hecho aquello, pero mis dudas se compensaron cuando sentí como ella respondía al gesto. En esos momentos de desesperación, lo que más quería era sentir un poco de afecto de quien fuera, ya que me sentía por completo fuera de lugar. Lástima que no pudiera contarle todo a Tigrena, si yo le decía que estábamos en un juego y luego ella lo difundía, tendría graves problemas con light...y con toda una compañía, así que mejor mantenerme de lo más calladita.

Como fuera, Tigrena tenía razón, las cosas debían de solucionarse pronto, así que debía de mantenerme positiva y pensar que lograría mi objetivo y que por fin podría acabar y cerrar un círculo. Claro que mis malditos sentimientos no ayudaban para nada. Dante, Light...esto estaba causándome problemas ¿por qué justo los hombres que no demostraban sentimiento alguno eran los que se debían de poner en mi camino? Ojalá los dioses de Tigrena tuvieran una buena razón.

- Gracias por escucharme, sin duda tienes toda la razón, las cosas caen por su propio peso...y saldré de ésta - dije sonriéndole sinceramente y apartándome un poco, ya que tampoco deseaba hacerla sentir incómoda ante mi cercanía - ¿tú cómo estás linda?

Me algré mucho al saber que mis palabras habían surtido efecto así como no había cometido ningún error en cuestiones de contacto físico, por un momento me había asustado que hubiera cometido algún error que la podría haber hecho enfadar conmigo. Aunque nunca admitiría ese temor, era demasiado orgullosa para ello.

Sus palabras atravesaron mi mente, ¿como estaba yo? Aquellos último días no había parado de tener unos sueños de lo más extraños. No solo de esos asquerosos Arms creando un incendio en los bosques de Neru, mi casa. Si no también otros que aunque, los participantes no los conociera, me eran de alguna forma extrañamente familiares. Estaba confusa y un tanto soñolienta, pues hasta entonces no había conseguido dormir mucho más que unas cuatro horas.

- Eso es, mira al horizonte con positivismo - le sonreí antes de contestar a su pregunta -. En cuanto a como estoy... digamos que he tenido unas cuantas pesadillas de lo más extrañas que me han impedido en sueño - me encogí de hombros quitandole importancia al asunto -. Esa es una de las razones de que me encontrases aquí hoy.

Encontrarme con Tigrena había hecho de mi día algo no tan pesado y difícil. Ella, a pesar de ser muy desconfiada en un principio, podía ser una excelente consejera y una gran amiga. Además me daba un poco de envidia el hecho de que ella no tuviera que preocuparse por lo que sucedía en el mundo real, su vida estaba aquí en Bvlgaria y no había otro lugar ni otra vida. Yo no me quejaba de la vida que tenía aquí, Light había hecho de mi estadía en el juego algo soportable y tener una misión me centraba en lo que realmente importaba, o más bien me ayudaba a no perder la poca cordura que me quedaba. Mi hermano tenía que estar por aquí y no me daría por vencida hasta encontrarlo, una misión lejos de los Asis me daba la oportunidad de buscar por otros lados y sin tener que preocuparme mucho.

Y aunque apoyara incondicionalmente a Light, me enojaba pensar que Maverick nos controlaba de este modo, pero suponía que muchos chicos que estaban aquí tenían una mejor vida dentro del juego que fuera de él. Lástima que yo no fuera una de esas afortunadas que tenían el don de no saber. Porque, por experiencias mías y de mis amigos, había aprendidoq ue los juegos de video ayudaban a muchos chicos a no pensar en sus problemas, con sus papás, con la escuela...les daban un pretexto para pensar en otras cosas e imaginar que la vida era mejor en otro lado. Maverick había logrado hacer de este juego, el lugar ideal para ese tipo de chicos. Y aunque yo quería regresar a mi vida normal, le había jurado lealtad a Light, lo que me hacía jugar las cartas para que los Exos no acabaran con el juego.

Pero ahora, esos problemas no importaban, mi amiga parecía estar algo confundida y yo debía prestarle la atención debida a su problema, así como ella me hbía atendido a mí cuando la necesité.

- Vaya ¿y de qué van tus sueños, linda? - pregunté verdaderamente interesada en ellos, quizás juntas podríamos saber de qué iban sus sueños y por qué estaba teniéndolos.

Nuevamente me vino a la mente el recuerdo de los terroríficos sueños que me había atormentado aquella noche. El ver a mi preciado bosque, el ver a la naturaleza y a mi casa arder hasta que no quedó nada que pudiese decir antes había existido un inmenso y bello bosque donde los que eran como yo vivíamos en armonía con la madre naturaleza. Pero eso no era lo peor, lo peor había sido tener que observarlo todo entre las rejas, con lo poco que me gustaban estos. Odiaba sentirme así de impotente y odiaba tambien saber que ello, el sueño, pudiese hacerse realidad por culpa de esos dichoso Arms.

Si otra persona me hubiese preguntado sobre los sueños le hubiese dado un respuesta evasiba o si insistiese un poco hasta le hubiese gruñido mostrando los dientes. Los felinos eramos así de protectores con nuestras cosas, en especial con aquello que podría considerarse una debilidad. Pero con Lyra era distinto, sabía que no lo utilizaría contra a mí ni que se reiría de mi. Respiré en busca de las palabras.

- He visto a Neru arder hasta las cenizas, todos morian a manos de esos asquerosos Arms - mi voz se tiñó de ira antes de perder esa fuerza para continuar - y yo me encontraba condenada a mirar la muerte de todo aquello que aprecio, que amo, sin poder hacer nada. No sabes lo frustrante que puede llegar a ser eso - apreté los puños fuertemente intentando alejar ese sentimiento -. Por lo menos, hoy no he soñado con ese otro mundo, con esa otra vida. Te parecerá de locos, pero he llegado a soñar con un mundo donde la gente no controla los elementos, ni se convierte en animales ni nada. No se que propósito pueden tener los Dioses para llenarme la cabeza con todas esa imagenes de destrucción y mundos extraños. No lo entiendo, ciertamente, no lo hago, pese a intentarlo - digo agitando la cabeza confundida. Le dedico lo que parece una pequeña sonrisa cansada - Y ahora creeras que esta tigresa está loca de atar, no te culparía de ser así...