Poison Ivy (Libre)

Tres pasos, una chica que quiere un Café. Dos metros, hombre robusto que lleva una PC portátil, él de seguro quiere un Cortado. Al fondo a la derecha, una pareja, hay que tomar su pedido. Las personas afueras caminan a paso ligero, siempre apuradas, pendientes del tiempo.

Eran cerca de las 09:23, la cafetería no había sido muy concurrida ese día, quizás aún era temprano pero era extraño, durante la mañana la cafetería era muy visitada era obvio, las personas salían a sus trabajos, deseosos por un buen café que los despertara.

La castaña tomó la libreta digital y se acercó a las mesas para tomar las órdenes, en total: 5 personas dentro de la cafetería. Uno de ellos leía una especie de libro que parecía realmente viejo, debería tener unos cuantos años, las hojas amarillas y el aspecto descuidado del mismo revelaban su “edad”.
No importaba día y hora, ni cuantas personas hubiese dentro del lugar, Ivy sabía exactamente lo que quería cada uno, claro está que las excepciones existían y a veces, solo a veces, no podía percibir lo que querían las personas. No era una especie de poder ni mucho menos, simplemente un don que le permitía ver los gustos de cada uno sin necesidad de conocerlo. Se le daba muy bien, después de todo eso era un punto a favor para su trabajo. Los clientes la querían, ella los trataba bien y lo más importante, consumían. Todos ganaban.

Luego de llevar todos los pedidos a sus respectivas mesas, la castaña se dirigió hacia la barra observando las molestas noticias que daban todas las mañanas a esa hora. Le fastidiaban, pero no tenía nada que hacer, al menos hasta que llegara algún otro cliente.

9:25 de la mañana, tenía tiempo. La mañana había comenzado como cualquier otra, monótona y con mucho ajetreo, me consideraba afortunada de ser una de las pocas personas las cuales tenían tiempo de sobra para llegar al trabajo. Mi turno en el restaurante comenzaba a las 10:15 así que suponía que un pequeño café no estaría mal; después de todo tenia un día largo por delante, el turno del medio día era bastante ajetreado ya que las personas que tenían tiempo y dinero para gastar iban allí a almorzar.

En mi camino encontré una cafetería que no estaba muy llena, lo que me venia perfecto. Fui a sentarme a una mesa algo alejada de la gente que allí había, quería tranquilidad. Espere a que alguien me viniera a atender.

Las noticias... realmente le desagradaban lo suficiente como para hacerla sentir malhumorada, y es que en realidad ver o escuchar malas noticias no era algo de su agrado.
Notó rápidamente a una chica que se sentaba en una de las mesas, su rostro le era familiar pero no se molestó mucho en pensarlo, después de todo veía un montón de rostros cada día.
Camino unos cuantos pasos y se encontró junto a la mesa de la joven.

- Buenos días señorita, ¿Que puedo ofrecerle?

Que extraño... esa joven era la excepción a sus reglas, no pudo percibir detalle alguno para "adivinar" el café que pediría.

La pareja que se encontraba en el fondo se levantó de la mesa y se fue, tomados de la mando salieron de la cafetería con esa típica sonrisa esperanzada del primer amor. Que asco le daba ver ese tipo de espectáculos en su trabajo, era cierto, le daba asco. No podía entender como las personas actuaban de esa forma, tan... melosamente.
Dirigió su mirada nuevamente en la joven después de unos segundos, esperando a que le diera su orden.

Comencé a divagar en mis pensamientos como generalmente lo hacia, hasta que una chica se acerco a mi y me atendió. Yo le sonreí y pensé en que ordenar. Justo en ese momento una pareja salio de la mano, con un brillo de amor inocente. Aparte la mirada y sonreí con algo de nostalgia, aunque sin saber muy bien la razón. Siempre me sucedía lo mismo al ver una pareja, ese sentimiento de nostalgia se posaba en mi pecho pero tenía idea de a que se debía.

Volví a mirar a la chica que me estaba atendiendo. Me resultaba algo familiar pero no lograba ubicarla, era pésima mi memoria de los rostros así que deje pasarlo por ahora.

-Buenos días, me gustaría un café con crema y una porción de tarta de manzana por favor -.

La mire con una sonrisa cordial, siempre los modales habían sido un punto fuerte en mi, sin importar con quien estaba.

Mientras anotaba la orden de la señorita, observé con disimulo su postura y actitud. Parecía una chica amable y bastante tranquila.
Guardé su orden en el bolsillo exterior de mi uniforme y tomé un par de tazas vacías que estaban junto a su mesa.

- Muy bien, en unos minutos se lo traeré. -le respondí cordialmente.

Hoy será un día muy laaaargo... No habías demasiadas personas en la cafetería, eso era terrible ya que Ivy solía aburrirse rápido. No importó, ya encontraría algo interesante que hacer.
Espero un par de minutos en la barra, luego tomó una bandeja, ubicó la taza de café y el plato que llevaba la tarta y, finalmente retornó hacia la mesa de la chica.
Colocó con suavidad la taza y el plato, sin más le sonrió y le dijo:

- Espero que sea de su agrado, si necesita alguna cosa no dude en llamarme.

Después de que la agradable chica tomara mi orden se fue devuelta a hacer lo que tuviera que hacer, aunque a decir verdad no había mucha actividad en la cafetería esa mañana. Decidí pensar en las cosas que tenia que hacer durante la semana para pasar un poco el tiempo hasta que mi café y mi tarta estuvieran listas. No tenía mucho que hacer, esa la triste realidad; cuando uno era así de normal las cosas importantes no suelen abundar. Quizás pueda ir a visitar a Enkali y a ver como esta, hace tiempo que no le daba una pequeña visita…

Justo en ese momento la joven mesera me entrego mi orden. Mmm… parecía estar realmente deliciosa la tarta de manzana, y el café, era justo lo que necesitaba en este momento para despabilarme por completo.

-Muchas gracias – dije con una sonrisa. – Y tu nombre seria… -.