Another sunny afternoon {Libre}

Debido a mi buen desempeño en el trabajo, era de las pocas personas de Exos que podían tomarse ciertas licencias, en mi caso, dejar la base un sábado por la tarde, con la intención de disfrutar un poco del paisaje y de la naturaleza.
Si había una zona que me encantaba, era el Norte de Bvlgaria, en donde se encontraba nuestra base y donde todo era verde y genial. Yo era una amante de la naturaleza y por eso me encantaba pasearme por Neru... era un sueño hecho realidad.

Tras corretear un momento por el campo, para hacer algo de ejercicio; respirar aire puro y disfrutar del paisaje; decidí darle un reposo a mis cansados pies... ¿y qué mejor que refrescándolos en el arroyo? me quité las ballerinas deportivas que traía y las dejé a un lado mientras sentía el agua correr por mis pies. ¿Había algo mejor que sentir el agua helada en tus pies? no, nada en el mundo podía comparársele... aunque ¡claro! esto no es real, pero la sensación no la cambio por nada.

Nuevamente me sumí en mis pensamientos, siempre que me pongo a filosofar sobre Bvlgaria, entiendo menos. ¿Cómo puede la gente ser feliz viviendo una ilusión? Aunque parezca todo real, no deja de ser una ilusión... una ilusión que acabará tarde o temprano ¿podrían hacerse adictos a este juego? ¿qué pasaría cuando todo este asunto del juego termine? estas personas habrán desperdiciado años de su vida en la fantasía y les costará mucho volver al mundo real... ¡Estos Asis son demasiado malvados y crueles!

Otra semana de trabajo había finalizado gracias a los Dioses. Me estiré como solo un felino puede hacer, tenía los nervios agarrotados de estar en mi cafetería rellenando formularios, escribiendo valances y nóminas... haciendo todo lo que se esperaba que hiciera la directora de la cafeteria de Menia. Él trabajo no estaba tan mal, pues ello me daba la oportunidad de estar alejada de los demás, de estar en mi intimidad con la única compañía de una taza de café humeante. Para algo serviría ser la jefa de una cafetería que hacía el mejor café de toda Bulgaria, ¿no?

Me encaminé hacia Neru, mi pueblo, mi casa y hogar. No había nada mejor que encontrarme en mi casa rodeada de todas esas cosas familiares, de todas las flores que lo adornaban, de todos los libros que me esperaban... Era mi santuario personal. Pero antes de ello... Entré en el bosque y me transformé en mi otra forma, en tigre blanco. Siempre lo hacía para relajar los músculos, una caminata al Arroyo de Neru donde me daría un chapuzón y después a casa.

No estaba ni a un metro de distancia de mi meta cuando olí, una persona. Alguién más estaba allí. Con pasos cautelosos me adentré en el claro donde se encontraba el arroyo y... la chica. Estaba preparada para todo. Todo. No se puede confiar en los desconocidos, ellos pueden ser los peores, hubo alguién una vez que me dijo esas acertadas palabras aunque no me acuerde de quien fue.

Estaba perdida en mis pensamientos, divagando sobre cómo era posible poder simular cosas tan hermosas en este diabólico juego. El viento despeinaba mis cabellos y traía el aroma de unas extrañas flores que jamás había visto en el mundo real, pero que aquí eran bastante conocidas por su gran tamaño, sus vistosos colores y sobre todo por su agradable aroma.

Vi que el viento arrancaba una de esas flores de un árbol cercano y usé mis poderes para atraer la flor hacia mí, la cogí y respiré su olor... ¡era delicioso! me coloqué la flor en el cabello y seguí sentada, disfrutando del paisaje... hasta que escuché un ruido extraño. Cuando me di vuelta vi que un hermoso tigre blanco me observaba. Por lo que sabía del juego, debía ser algún Sheer. Le dediqué una sonrisa sincera - hola... ¿es una linda tarde, no? espero que no te moleste compartir el arroyo conmigo un momento más... - dije sin borrar la sonrisa. A veces pecaba de ingenua, sí, ya que él podía ser un ASIS, aunque eso ya lo sabría después... siempre he sido una persona sociable y educada y eso no iba a cambiar ahora, estando en el juego.

Mi parte racional ya la había clasificado como una Morey de viento. Bien, por un momento habís pensado la posibilidad de que fuera uno de esos Arms, esos destructores, esos malvados portadores del caos... Por mi cabeza habían pasado una larga sucesión de imágenes de lo que podría haberle podido hacer al arroyo. Nuestro arroyo. Cualquera con dos dedos de frente y una mente minimamente activa sabría para ese entonces que era una Sheer y por lo tanto una habitante de estos hermosos bosques. Así como que estaba dispuesta a todo par defender el arroyo contra los peligros externos.

Pero no era una Arm, me dije. Eso no significa que no pueda hacer lo mismo que habría hecho uno de esos aquerosos seres, susurró a su vez otra voz, no confies en nadie ni en nada... Estaba claro a quien le haría caso.

Volví a mi estado humana, no había forma de hablar si no y, si no lo había, no podría saber qué podría tramar esa Morey.

- Supongo que hace buen día, aunque he visto mejores - mientras hablaba iba calculando todas las posibilidades que tenía, todas las cosas podrían ocurrir. Desde una emboscada de Arms alocados hasta yo con un disparo entre ceja y ceja. Apreciaba mi pellejo demasiado como para arriesgarme a perderlo. De modo que me limité a encogerme de hombros -. ¿No tendras intenciones de contaminar el Arroyo, no? - mi segundo nombre era "sutileza".

Noté que el animal se me quedaba mirando y eso no me daba muy buena espina. Posiblemente quisiera atacar y yo debería estar preparada para todo. En fin, si es que decidía atacar podría contraatacar o simplemente defenderme... pero no me gusta pelear, menos por malos entendidos así que realmente esperaba de todo corazón que este sheer no se pusiera hostil conmigo.

Al poco tiempo tomó forma humana, la de una muchacha bastante simpática y yo simplemente sonreí. Cuando me respondió supe que mi presencia no era de su agrado... pero en el fondo, la comprendía. Mucha gente venía a estas tierras a contaminarlas o a querer apoderarse de sus riquezas naturales y ellos tenían que proteger su hogar, así que posiblemente esa fuera la razón de su hostilidad hacia una extraña como yo.

- De hecho, hay mejores días... pero no por ello vamos a negar que éste es también muy hermoso... cada día es diferente y depende de cómo lo veamos para hacerlo hermoso y especial - dije sin borrar la sonrisa de mi rostro. Cuando me preguntó si había venido a contaminar su río, no aguanté la risa. - ¿por qué querría yo hacer eso? - pregunté divertida - este es uno de mis lugares favoritos en el mundo y no tengo ninguna intención de destruirlo... amo demasiado la naturaleza como para permitir que alguien la dañe o dañarla yo misma - dije con naturalidad.

- Comprendo tu hostilidad hacia una desconocida como yo... pero tranquila... no vengo a destruir tu tierra; vengo simplemente a apreciar su belleza y a disfrutar de lo que queda del día - Era mejor si aclaraba mis intenciones, posiblemente así ella no se mostraría tan hostil conmigo... aunque ¡claro! cabía la posibilidad de que no se fiara de mí.

Ladeé la cabeza hacia un lado, un hábito muy poco humano, era algo que mi naturaleza felina me impulsaba a hacer sin yo darme cuenta muchas veces. De esta forma los felinos podíamos observar con detenimiento a los demás mientras los intimidábamos o acaso incomodábamos por nuestro escrutinio. Definitivamente no llevaba ninguna arma, de otra forma su peso habría hecho las huellas que ella había dejado en el suelo fuesen más ondas. Aunque eso no significaba que estuviese desarmada, ni mucho menos. En Bvlgaria poco era lo que parecía ser, hasta la niña más pequeña podría ser poseedora de un gran poder.

Mi posición no cambió ni un apice ni mis formas. Hace mucho tiempo, unos tiempos que habían dejado de existir, no habría dudado en ofrecerle una mano acompañado de una luminosa sonrisa, pero ahora... El tiempo y la gente me habían mostrado que no todos eran dignos de esa confianza. Testigo de ellos eran los cicatrices que adornaban mi corazón.

- Ya, es lo que tiene Neru, todo parece puro, bello y perfecto en él - contesté mientras la escudrinaba. Fruncí el ceño y mostré una maliciosa sonrisa al oirla decir que no tenía intenciones malas -. Si me hubiesen dado una moneta por cada vez que alguien me ha dicho eso antes de apuñarme por la espalda no creo que ahora existiese en todo Bvlgaria alguien más rica que yo. De modo que comprenderás que no confie mucho en la gente, no me han mostrado razones para hacerlo precisamente - me encogí de hombros.

Una sonrisa irónica se dibujó en mis labios mientras la escuchaba hablar. No es que no me hubiesen traicionado jamás, de hecho tenía varios puñales metafísicos en la espalda... pero el tiempo me había enseñado a valorar las lecciones que cada uno de esos puñales traía, así que, de alguna forma me sentía agradecida por haber aprendido una lección, aunque haya sido demasiado dolorosa.

- Es tu decisión si confías en mí o no... sabes que no te lloraré o te pediré de rodillas que lo hagas... total, es más que posible que este encuentro no se repita y que no volvamos a vernos las caras jamás... no es que una persona se vuelva tu mejor amiga luego de verla un par de veces - dije con naturalidad.

Yo era sincera y directa y al parecer ella también, así que lo mejor era ser sinceros - yo no estaba haciendo nada malo cuando llegaste y no tendría sentido que lo hiciera ahora que estás aquí... no tengo nada que ocultarte y tú ya sabrás si me crees o no; pero hay algo muy cierto... no soy tonta y sabes, por lógica, que si me atacas, me defenderé... así que mejor no nos amarguemos la tarde y disfrutemos de lo que queda de sol... - vale eso había sido "un poco" demasiado directo, pero no tenía por qué esconder las cosas. - Yo no voy a atacarte... si tuviera la intención, ya lo habría hecho hace rato... simplemente me encanta este lugar y lamento si mi presencia te parece invasiva - dije volviendo mi mirada al horizonte. No tenía nada más que decirle, pero si ella insistía en que mi presencia le molestaba, iba a tener que irme y eso me molestaba. Me gustaba este lugar y yo había llegado aquí primero; pero por otra parte... era la tierra de su gente.