Un café [Pride]

Inspiré profundamente, mis pulmones se hincharon llenándose de un oxígeno puro y limpio, expiré el mismo aire a la vez que abría los ojos para encontrarme con un paisaje envidiable, mi mirada clara recorrió el lugar donde mi situaba, tan conocido ya para mí. La cascada de Ialm se alzaban ante mi vista sobrenatural, enorme… Grandes cantidades de agua caían desde lo alto impactando con fuerza en la superficie del líquido cristalino provocando un ruido ensordecedor por el choque pero agradable a su vez, bueno, al menos para mí, cogí aire de nuevo relajándome, adoraba aquel lugar, la más que notable soledad, el silencio solo roto por el andar del agua, el aire limpio, y el agua… sobre todo el agua. Miré con tranquilidad a aquella masa incalculable de agua que se hallaba a mis pies, me encontraba sobre una de las rocas que bordeaban el pequeño lago que se había formado bajo la cascada, aseguré mis pies en la superficie resbaladiza con rostro pensativo, mi mirada se entrecerró ligeramente mientras observaba mi reflejo en el agua cristalina. Sonreí levemente con un aire de superioridad y me incliné para tocar el líquido con la punta del dedo índice, la masa de agua se expandió hacia los lados como si una piedra hubiera caído en ese mismo punto, cerré con fuerza el puño sin recoger el índice y poco a poco la superficie del lago comenzó a volverse blanquecina, de un color puro mientras se volvía dura, si dura, dura y fría, el hielo cubrió toda la extensión del lugar y no pude sino sonreír de medio lado con la comisura derecha de los labios, retiré el contacto de golpe provocando que de nuevo todo volviera a ser líquido, me erguí y eche a andar decidido en un punto fijo.

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No sabía porque había acabado ahí, quizá necesitaba algo de contacto humano, algo extraño en mi caso, por lo general no me gustaba en absoluto, prefería la soledad de la naturaleza, la relajación del silencio tan solo roto por el murmullo de los torrentes y el silbido del viento entre las ramas. Pero tenía negocios que hacer en Licath y no estaba mal ir un poco antes para dar una vuelta, de todas maneras aunque estuviera a rebosar de gente siempre había sido una ciudad agradable y acogedora, más bien un pequeño pueblecito.
Cuando llegue a las ya más que conocidas calles pedregadas con colores de diferentes tonos grises y negros y edificios coloridos como en una fiesta nacional no tuve duda alguna hacía el lugar que iría a relajarme. La cafetería Mili no tardó en aparecer ante mi verdosa mirada, me adentré con lentitud empujando la puerta con suavidad y me senté en una de las mesas más alejadas siempre lejos de la multitud, siempre, la camarera me trajo lo que siempre pedía, un simple vaso de agua, si, nada más, no me gustaba el café, ni siquiera el de ese lugar, pero me resultaba agradable el hecho de que no pusieran mala cara cuando solo les pedias una botella de agua. La abrí con parsimonia dejando caer unas gotas sobre la palma de la mano, una sonrisa agradable se extendió por mi rostro al notar aquel agradable contacto, comencé a hacer pequeñas figuras de personas que caminaban sobre mi palma izquierda cuando una joven morena se sentó a tan solo una mesa de distancia de mi, alcé una ceja… La conocía, Aras. No pude evitar escuchar lo que se decía a si misma y sonreír aun más ampliamente por la extraña situación, con que Aras tenía problemas con su trabajo… Impresionante, mientras dos muñecos diminutos bailaban sobre mis dedos deje que mi voz suave y ligeramente grave escapase por mi garganta.
-Matarlo sin duda sería la mejor opción… Pero.. no pareces capaz …