Insisto en que él mismo se dio una patada en los huevos... {Relaciones de Salma}

Nació el 20 de diciembre hace ya 21 años en la ciudad de Florencia, Italia, en el seno de una familia acomodada y honesta. En un principio Cornelia fue educada como la más normal de las niñas, tenía una hermana con la que se peleaba y unos padres que la sobreprotegían. Nada parecía mostrarle lo que le deparaba el futuro. Sin embargo estaba muy lejos de ser perfecta, creció bajo la sombra de su hermana mayor, Lorell, quien siempre se llevaba todos los halagos, la chica prodigio de la familia que se dedicaría a Medicina, mientras que cuando le preguntaban a Cornelia el típico “¿Qué quieres ser de mayor?” y ella le respondía un tímido “Periodismo” se limitaban a lanzarle miradas de reprobación. Toda su familia había optado por la rama de las ciencias, para los listos que solía decir su tío, pero ella, única como la que más, había decidido romper el molde y seguir lo que de verdad quería y no lo que su familia le impusiera. A pesar de todo no tuvo una infancia triste, pues aprendió a utilizar el factor oveja negra en su propio beneficio. Tampoco sacaba buenas notas y descubrió el desconocido mundo de los chicos a los dieciséis años, una edad demasiado temprana desde el punto de vista de sus padres. Lo bueno de ser la mala de la película es que nadie espera nada de ti… Y puedes hacer exactamente lo que te venga en gana.

Así pues, la desaprobación de sus parientes no hizo otra cosa que alentarla para ir hacia el lado contrario del camino. No querían aceptar que nunca más iba a ser la niñita de papá que se acurrucaba con él en el sofá para ver la programación de los domingos, y estaba dispuesta a dejárselo claro de una vez por todas. Pasó la peor fase de su vida, alcohol y humo oscurecieron todo su mundo durante los siguientes dos años. Ella pensaba que no pedía tanto, sólo algo de libertad, simplemente quería que todos le dejasen vivir en paz y quitarse aquel maldito chip localizador que su madre debió coser en algún momento de su vida en su piel. Con los 18 años llegó lo que había esperado, la universidad, un amplio horizonte de posibilidades se extendía ante ella y no esperó lo más mínimo para marcharse de casa a estudiar. ¡Já! No todo fue como imaginó, un apuesto chico de metro ochenta y cuerpo de infarto apareció en su vida al llevar ella un mes en la universidad, y volvió a remover su cabeza. Aquel muchacho de ojos verdosos captó su atención desde el primer día que lo vio, pero a esas alturas debería haber sabido que un libro no se juzga por su portada. Sí, debería. Se enamoró, hasta aquél entonces nunca había sabido lo que era en realidad el amor y éste le convirtió en una romántica empedernida, aquella coraza iba cayendo poco a poco hasta que el chico encontró un resquicio por donde colarse.

Resultó ser todo lo contrario a lo que había pensado, hasta que un día literalmente tuvo que estamparle una lámpara en la cabeza para impedir que la cosa llegase a un límite que nunca habría sospechado. No paró de llorar durante el camino a casa, omitiendo las palabras de cuantos se topaban en su camino, preocupados. Las lágrimas continuaron rodando incansables por sus mejillas hasta que, simplemente, dejaron de hacerlo. No recuerda haber vuelto a llorar nunca más y su hermana asegura que se le “gastaron” aquella noche. No lo sabe, ni le importa. Desde aquel momento se convirtió en una persona distinta, ni mejor ni peor, solo distinta. Pasó el tiempo y un día una ventana apareció en la pantalla de su portátil “Bvlgaria” parpadeaba. Ella accedió al juego, que se convirtió en su vida. Muchas veces había soñado con borrar algo de su vida, un instante o todo un día, jamás pensó que podría ser así, que ni siquiera se daría cuenta. Su mente iba borrando sucesos, malos, tristes y deprimentes, de todos los colores y sabores, pero también eliminó el calor del primer beso, su primera sonrisa, todo, borrado sin remedio. Así, volvió a renacer como Salmakia, una Morey de viento bastante particular, y así continúa, esperando a que la pantalla se oscurezca y ponga en letras brillantes… GAME OVER.