Una noche de mala racha [Ilhan]

Terminé mi turno a las 12 am. Hoy no había habido muchos clientes y una compañera me había ofrecido terminar mi horario, cosa que no rechacé. Esa noche en particular no me había sentido muy cómoda en el escenario, un par de hombres como de unos 35 años no habían parado de mirarme con lascivia, y pese a saber que era parte de mi trabajo en el club, esas cosas no podían volverse parte de mi costumbre, además de que no siempre había hombres así. De cualquier modo, al terminar la última canción, me bajé del escenario y con una bata puesta me dirigí a mi pequeño camerino, si es que se le podía llamar así a ese cuartito mal iluminado. Al sentarme frente al espejo, me observé con detenimiento, para poder interpretar mejor mi papel de bailarina, me había acostumbrado a maquillarme más de lo necesario para parecer mayor a lo que en realidad era. Mis ojos estaban completamente delineados en un tono muy oscuro y mis labios cubiertos de un rojo pasión que invitaban a probarlos. Como siempre, debíamos de parecer deseables e inalcanzables al mismo tiempo, eso atraía a la clientela (aunque no esa noche, pensé).

Me solté el cabello y me froté el cuero cabelludo con suavidad, esa noche me había peindo de dos coletas y mi atuendo denotaba el de una colegiala. Mientras me pasaba el peine por el cabello, sentía que poco a poco me deshacía de aquella faceta de mí misma que no acababa de acomodarme del todo. Una vez cepillado mi cabello, comencé a sacar el algodón y el desmaquillante, el cual fui pasando por mi rostro para borrar aquella "malicia". Mis ojos siempre eran los que más trabajo me costaban despintar, sin embargo no paré hasta volver a ver mi piel del tono de siempre. Cuando me observé completamente desmaquillada, me sorprendí del cambio que ocurría en mí. De ser una sirena inalcanzable y deseable, pasaba a ser la misma joven ingenua y sentimental de siempre. Suspiré sonoramente y me levanté de la silla mientras me quitaba la bata que me cubría. Me quité el disfraz que llevaba y me coloqué un pants de terciopelo gris claro y unos tenis. Estaba lista para irme a casa a dormir un rato. Aunque quizás pasaría a una cafetería antes a comprar algo que comer antes.

Una vez lista, salí del camerino con mi mochila colgada al hombro y me dirigí a la salida trasera, me despedí de los guardias y antes de poder caminar por la calle, choqué con un persona.

- Lo lamento - me disculpé mientras alzaba mi mirada y observaba un rostro conocido.

La verdad me alegraba mucho que ese día terminara pronto, mi trabajo no era precisamente malo, las chicas eran agradables conmigo y las propinas solían ser muy buenas, pero acabar a las tres de la mañana, oliendo a alcohol y a sudor no era para nada agradable. Así que el que el gerente me dijera que podía salir temprano me había hecho sentir un poco más animada. Terminando de poner mis cosas en orden salí del camerino y le agradecí a mi jefe la oportunidad de poder irme antes. Ya con todo listo, salí por la puerta y me despedí de los guardias, que por cierto eran más que amables y buenos conmigo. Ahora sí me esperaba una buena noche de descanso, aunque quizás un pequeño bocado de medianoche no me haría nada mal.

Pensaba en eso cuando cometí la estupidez de chocar con un peatón que no tenía la culpa de que yo anduviera en las nubes, pero al reconocer esa voz y esos comentarios pretenciosos, no pude evitar esbozar una sonrisa al tiempo que mi mirada se cruzaba con la de Ilhan, mi amigo el arrogante. - Ya, claro, eres tan guapo que nadie puede evitar querer estar entre tus brazos, Ilhan - dije mientrs le guiñaba un ojo coquetamente. Me preguntó si estaba bien y yo asentí con la cabeza antes de acercarme a darle un beso suave y cariñoso en su mejilla.

Entonces comenzó con sus halagos, y pese a que yo sabía que no era la más linda, me sonrojé - ya, seguro eso les dices a todas, pero ahora que te tengo aquí, voy a secuestrarte para tener tu atención para mí solita...¿qué te parece una cena ligera? yo invito - dije con una sonrisa divertida.