Andrée "Luxor" Bisset

La paciencia crea confianza, decisión y una visión objetiva, lo cual eventualmente lleva al éxito.

¿Qué pasa cuando alguien, llamémosle Andrée no tiene confianza, pero si le sobrá decisión, paciencia y una visión subjetiva? Ese alguien muta, se convierte en Luxor. Bien, profundicemos más en estas cuestiones. Se habla de una nula confianza, y nunca mejor dicho, pero es meramente interior. ¿Acaso una mujer fuerte como ella iba a dejarse ver como algo débil? La desconfianza normalmente crea debilidad, pero en la joven Bisset la desconfianza crea agresividad, pues la transforma en ella, y lo lleva haciendo tanto tiempo que puede parecer que sea esa su verdadera personalidad. Y cualquiera diría que tanta desconfianza es una señal del temor, y no errarían. Tras esa fachada de chica dura e impasible no se esconde más que una adulta, sí, adulta asustada, temerosa de perder lo poco que tiene, de ser pisoteada por los demás, y es por eso que pisará ella antes.
Por tanto, es desconfiada en exceso, lo que no es precisamente lo más sano, pero no le importa, lo que le da cierto aire de pasotismo en ese sentido, pues para todo lo demás, está más que atenta.

¿Y cuál es esa maravillosa visión subjetiva que ostenta? Simple, todo lo ve desde su punto de vista, y le cuesta, por no decir que no acepta, los de los demás. Siempre lleva la razón, o al menos eso cree ella, lo que hace las discusiones verdaderamente irritantes. ¿Qué no tiene una base para poseer esa razón? Se la inventará, y resultará tan convincente que hará dudar a su interlocutor de si realmente tiene fundamento lo que él mismo está diciendo, por lo que no es de extrañar que las mentiras y la dulce manipulación estén presentes en su casi día a día. Por lo que nadie nunca le diga que está equivocada, se lo tomaría mal, muy mal, y a nadie le gusta verla enfadada. Es más, la gente huye de ella cuando lo está. Lo que suele pasar bastante a menudo, aunque sus cambios de humor son más que conocidos entre los Rod, especialmente entre aquellos que no acaban de ser de su agrado.

¿Y quienes son los que no suelen ser de su agrado? En especial los hombres, por los que siente una especie de rencor, que le es innato, pero no sabe de donde procede, y duda que esté ahí por generación espontánea, así que sabe que algo se le escapa, pero no qué es.¿Intentará descubrirlo? Por supuesto que sí. Si algo le aterra más que nada, es sentirse perdida, y no hay mayor perdición que el desconocimiento de uno mismo. Y quizás eso sea lo que más le frustre.

Tiene lo que, hablando en plata se diría “un par de huevos”. Es decir, no tiene pelos en la lengua, y expresará su desconformidad cuando la haya. ¿Qué tiene algo que decir? Lo dirá. Tampoco tiene ningún reparo en discutir, sea para defender sus puntos de vista y, en menor ocasión, los de los demás. Pero nunca, nunca, se quedará en silencio, por mucho que el mundo en general lo desee.

Se ha hablado antes de su agresividad, y ésta depende en gran medida de su estado de ánimo o humor, de lo que se deduce que, si está contenta ( no se vaya a pensar que porque sea arisca la mayor parte del tiempo no puede tener sus buenos momentos ) o satisfecha, lo que suele ocurrir cuando roba o “toma prestada” una buena pieza, o vende algo de lo que deseaba deshacerse, será fácil de tratar, agradable, pero no en extremo, y cordial, por lo que es aconsejable no abusar de ello, pues su humor es realmente voluble, así que, básicamente, no hay que tocarle las narices. Sea quien sea, la persona no importa, solo importa ella.

Soberbia, en exceso, y terriblemente orgullosa es la apariencia, y nunca más alejada de la realidad que posee. Aunque por dentro pueda sentirse como una mismísima mierda, por fuera será la persona más altanera con la que nadie pueda cruzarse. Si por dentro sabe, tiene la certeza de que no podrá conseguir algo, y que todo le dañará, reflejará al mundo todo lo opuesto. Hará todo lo que se le antoje, y lo hará a la perfección. Será inmortal si la situación lo requiere, y nunca temerá al peligro. Luxor, y ya no la misma Andrée, tiene una especie de “Super Yo” o “Super Hombre” como diría Nietzsche, que le ayuda a superarse, inconscientemente, en cada momento.